“—Hola,
superagente. ¿Conocías este lugar de antes? ¿Aquí traías a tus ligues?
—Hola,
Lébedev.
—Sin
traje de dominátrix pareces otra.
—Tú,
en cambio, eres exactamente igual a cómo te recordaba. ¿Tu personaje te ha
absorbido, Markus?
—Soy
lo que soy. Tal vez no esté adoptando ningún papel. Tal vez, lo que ves es todo
lo que hay.
—
¿Un mural andante? Tribales, gatos, cruces, calaveras… ¿Dónde tienes el ancla
de marinero y el «amor de madre»?.
—No uso ese tipo de tatuajes. Eso se lo dejo a
los llorones y a los borrachos.
—No, la verdad es que no te pegan.
—¿Sabes
a lo que he venido?
—Por supuesto. Quieres darme lo mío. No te
gustó que te cogiera por sorpresa la otra vez.
De
verdad que no lo comprendo.
-¿El qué? -preguntó Lion, asombrado.
-No comprendo por qué a mi madre le resulta tan fácil escucharte, y por qué es tan difícil que hable decentemente con nosotras y no como un loro con tres picos.
-Porque tu madre es como Cleo.
-¿Crédula? ¿Ilusa?
-No. -Lion se echó a reír-. Está enamorada de mí.
Cleo soltó una carcajada. Leslie refunfuñó.
-¿El qué? -preguntó Lion, asombrado.
-No comprendo por qué a mi madre le resulta tan fácil escucharte, y por qué es tan difícil que hable decentemente con nosotras y no como un loro con tres picos.
-Porque tu madre es como Cleo.
-¿Crédula? ¿Ilusa?
-No. -Lion se echó a reír-. Está enamorada de mí.
Cleo soltó una carcajada. Leslie refunfuñó.
Y
por último la frase de Markus:
“Te
amo con todo el fuego de mi infierno, con todas las llamas de mi corazón.”
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